miércoles, 28 de octubre de 2009

LEONOR DE AQUITANIA, una mujer rebelde

PRIMERA PARTE...

SOBERANA DE FRANCIA, MÁS TARDE DE INGLATERRA EJERCIÓ EL PODER EN UN MUNDO DE HOMBRES. NO ESCATIMÓ NINGÚN ESFUERZO PARA FAVORECER A SUS HIJOS, EN ESPECIAL A RICARDO CORAZÓN DE LEÓN. LUCHADORA TENAZ, LEONOR NO CONOCÍA LA PALABRA RENDICIÓN.

En la abadía de Fontevraud se halla la tumba de Leonor de Aquitania. Sobre ella una escultura que la representa como una mujer prudente, cortés y culta. Sobre su cabeza se ciñe la corona que la identifica como reina y entre sus manos sostiene un libro. Éste es un gesto que poco tiempo después de su muerte se convirtió en el símbolo de las soberanas u de las damas de la aristrocracia, como ua lo era el cetro de los reyes. Leonor de Aquitania es uno de los personajes femeninos más controvertidos y fascinantes de la Edad Media. Su longeva vida -murió octogenaria- y su leyenda se entremezclan, pero nadie cuestiona que fue una mujer singular y extraordinaria. Reina de dos países rivales, Francia e Inglaterra, madre de diez hijos, la historia la presenta como una figura enigmática, como una mujer indómita, rompedora con las normas y costumbres de su época. Solicitó, por ejemplo, la nulidad de su matrimonio con el monarca francés Luis VII, un hecho nada habitual en la Edad Media.
La han comparado con Mesalina, esposa del emperador Claudio, que pasó a la posteridad por su ímpetu sexual, e incluso con Melusina, la mujer hada de las leyendas de Poitou que se transformaba en serpiente. Y es que su comportamiento ronto incomodó a la rígida moral de los miembros de la Iglesia, que no dudaron en presentarla como una mujer libertina y lujuriosa. Más allá de las atribuciones morales, Leonor, fue dueña de su destino. Se mostró perseverante y tenaz para que sus hijos varones, fruto de su matrimonio con el rey inglés Enrique II, ocuparan el trono de la isla. Y hasta último instante veló por la continuidad de su familia en las filas de la realeza europea: con 80 años cruzó los Pirineos rumbo a Castilla para ir en busca de su nieta, Blanca, y unirla en matrimonio con el heredero del rey de Francia, el futuro Luis VIII. Nunca se rindió, ni en el largo período que permaneció recluída por orden de su esposo Enrique II tras la sublevación de sus hijos contra él.
de la Revista Historia y Vida del National Geographic.

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